La Historia de la nube Áurea (Cuento para mayores)




Hoy traemos un cuento para mayores, Manuel José Narváez, su autor, nos dice; "Hace años escribí este cuento "La Historia de la Nube Aurea", que es un cuento-parábola para nosotros los padres, que con nuestras dudas e inseguridades criamos a nuestros hijos como mejor fuimos capaces de hacerlo, pero siempre nos quedará la duda de si pudimos haberlo hecho mejor, .. c'est la vie... que diria un francés. Un abrazo y cuidaros."



La Historia de la nube Áurea



Odón y Cristeta era una pareja de nubes, que después de mucho pensárselo y más que requetepensárselo, tuvieron una pequeña nube a la que pusieron por nombre Áurea.

Áurea no era como las demás nubes, era más soñadora, más etérea que las demás, más difuminada, como más nube, siempre en su mundo de fantasía y rodeada por sus pájaros, que casualmente, tampoco eran como los pájaros de los demás.



Al principio estos detalles no parecieron importar mucho, ni a Odón ni a Cristeta, que más veían en ellos virtudes, que defectos, a pesar de que los demás –seguramente más prácticos que ellos- ya le advertían constantemente. Ellos veían en Áurea alguien a quien le resbalaba las cosas útiles y por el contrario absorbía constantemente lo espiritual, lo invisible, lo dulce y lo tierno (que era precisamente lo inútil para sus vecinos), rechazando todo aquello que se suponía que era lo que debía realizar una nube joven.


Con el paso de los años, Áurea se fue, poco a poco, convirtiendo en toda una señora nube, y a partir de ahí fue cuando les fueron surgiendo las dudas, tanto a Odón como a Cristeta: ¿servirá nuestra Áurea para transportar al agua que toda nube debe transportar?, ¿se dejara llevar por el viento, cargada con el agua, para descargarla en el sitio adecuado? ¿consentirá en dejarse chocar contra otra nube, para provocar el trueno el relámpago y el rayo, y después la lluvia? o, por el contrario, ofrecerá la resistencia, que siempre ha ofrecido, a todo lo ordinario, lo cotidiano, lo NORMAL (según los demás claro), lo que hace todo el mundo y que ella siempre ha llamado la ruta de los borregos.



Llegó un momento, en el que ni Odón ni Cristeta eran capaces de saber que decir a Áurea. ¿Qué es lo malo y que es lo bueno? ¿Dónde está la frontera que delimita lo correcto de lo que no lo es? ¿Cuáles son las cosas que debía hacer Áurea y cuales no? Y ¿Desde qué punto de vista juzgarlo? : ¿Desde lo práctico o desde agradable? ¿desde lo que conviene a la sociedad de nubes o desde lo que conviene a lo particular de cada uno? ¿desde lo que te hará vivir un futuro más cómodo con tus vecinos ó desde lo que te hará sentirte más feliz contigo mismo?.

Estas y miles de preguntas más rondaban por la cabeza de Odón y Cristeta y se dieron cuenta –bastante tarde- de que marcar la ruta que debe seguir una nube y decirle cual a su juicio era o no era el camino correcto, resultaba mucho más difícil de lo que ellos habían imaginado.



A menudo Cristeta permanecía largas horas de noche en vela, dándole vueltas a su pensamiento, sin encontrar la solución a sus dudas, y, también a menudo se daba cuenta de que Odón tampoco dormía. No hacia falta preguntarle que ocurría, los largos años de convivencia le daban la certeza de que ambos desvelos tenían la misma causa, aunque no fuera solución para ellos la convergencia de sus preocupaciones.


Odón pensó en solicitar el consejo de Crisólogo, un amigo que hacia años que había terminado su labor de doctrinaje de la nube Prisca, pero apenas encaminada la conversación con él, y gracias a conocerlo desde hacia muchos años, se dio cuenta que Crisólogo evadía contestar y por el contrario desviaba la conversación hacia tema de aficiones mutuas. No quería dar contestaciones que pudieran ser tomadas como consejos a seguir. ¿Por qué? Pues muy fácil, porque tampoco Crisólogo estaba seguro de que su forma de obrar fuera la mejor y que debíera ser seguida por nadie. Que siempre que se termina una tarea, si realmente eres responsable, siempre te preguntaras, si no se pudo hacer de alguna otra forma mejor.

Y tu que me estas leyendo, no busques en mí la solución, yo como Crisólogo, casi tengo recorrido el camino, pero lo que no sé, y me temo que no sabré nunca, es si lo hice por el camino correcto o en realidad había otro camino mejor que no fuí capaz de encontrar.





El Autor:



Manuel José Narváez Urbaneja. Es un gran colaborador de nuestro blog, hace muy buenas fotografías y además, nos relata cuentos e historias que a través de Mayor-Net, las da a conocer a todos los seguidores de este lado y el otro del charco.

Comentarios

  1. Una “preciosidad” de parábola en forma de hipérboles. Mi felicitación mas calurosa.

    Jose Borbón

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